miércoles, 2 de abril de 2008

Cuando aprieta el zapato (Cortázar es un genio)

Hace tiempo que quería postear, y supuestamente iba a ser sobre un viaje que hice. Eso será para el próximo post.
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Ahora, después de almorzar, leyendo un libro recomendable para entender a este humilde servidor (léase, Historias de Cronopios y de Famas), reencotré el texto que pongo más abajo. A grandes rasgos, trata sobre la rutina, y entre otras cosas, dice que -que lúcido- estas crisis, cuestionamientos, dudas, que a ratos nos vienen son una buena señal de que estamos vivos.
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Qué tal, López
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Un señor encuentra a un amigo y lo saluda, dándole la mano e inclinando un poco la cabeza.
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Así es como cree que lo saluda, pero el saludo ya está inventado y este buen señor no hace más que calzar en el saludo.
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Llueve. Un señor se refugia bajo una arcada. Casi nunca estos señores saben que acaban de resbalar por un tobogán prefabricado desde la primera lluvia y la primera arcada. Un húmedo tobogán de hojas marchitas.
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Y los gestos del amor, ese dulce museo, esa galería de figuras de humo. Consuélese tu vanidad: la mano de Antonio buscó lo que busca tu mano, y ni aquélla ni la tuya buscaban nada que ya no hubiera sido encontrado desde la eternidad. Pero las cosas invisibles necesitan encarnarse, las ideas caen a la tierra como palomas muertas.
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Lo verdaderamente nuevo da miedo o maravilla. Estas dos sensaciones igualmente cerca del estómago acompañan siempre la presencia de Prometeo; el resto es la comodidad, lo que siempre sale más o menos bien; los verbos activos contienen el repertorio completo.
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Hamlet no duda: busca la solución auténtica y no las puertas de la casa o los caminos ya hechos -por más atajos y encrucijadas que propongan. Quiere la tangente que triza el misterio, la quinta hoja del trébol. Entre sí y no, qué infinita rosa de los vientos. Los príncipes de Dinamarca, esos halcones que eligen morirse de hambre antes de comer carne muerta.
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Cuando los zapatos aprietan, buena señal. Algo cambia ahí, algo que nos muestra, que sordamente nos pone, nos plantea. Por eso los monstruos son tan populares y los diarios se extasían con los terneros bicéfalos. ¡Qué oportunidades, qué esbozo de un gran salto hacia lo otro!
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Ahí viene López.
-¿Qué tal, López?
-¿Qué tal, che?
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Y así es como creen que se saludan.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ratifico mi poco cariño por Cortazar, no me gusta su manera complicada intrincada y finalmente intelegible de escribir.

Pero en gustos y colores....

Nos leemos.