lunes, 21 de abril de 2008

Requiem para el verano que se nos fue

NO! Se fue el verano. Ya se fue, completamente. Hasta dentro de 9 largos meses. Ahora solamente quedan rezagos mezquinos de sol de 9 a 3. Y luego, frío. Frío. ¿No se sienten mal de estar cubiertos de harta ropa, de dormir con frazadas y peso encima del cuerpo?
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Es feo levantarse y ver el cielo gris, acostarse y sentir la humedad, no ver el sol, salir de la chamba a las 6 y ver todo ya casi oscuro. Levantarse con frío, bañarse con frío, sentir la humedad. Humedad... que feo.
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No poder ir a la playa, no poder estar sin zapatos sin cagarse de frío, no poder salir en la noche en short y polo. No poder estar con una chela helada conversando a las 4 de la tarde en la playa. Verano, vuelve peeee...
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Y para hacerle una merecidísima despedida, aquí va "Mucho mejor", de un rey Midas de la música, como dijera hace poco un amigo.
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boomp3.com

viernes, 18 de abril de 2008

Una persona, un millón de personas

Me gusta ver a la gente y tratar de descifrar que es lo que hay realmente atrás de las risas, de las sonrisas, de las palabras, de las respuestas automáticas. Cuando uno mira un rato a alguien, hay veces en que, por un instante, se logra vislumbrar -por alguna pequeñísima grieta, por rajaduras hechas por el tiempo o por un descuido- algo de la luz de la persona en sí misma. Es decir, ¿cómo actuaríamos si no hubiese nadie alrededor? ¿Por qué, para qué, para quién aparentar algo que queremos ser pero no somos?
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Aunque las personas, tal cual se muestran al mundo, no dejan de ser dignas de ser miradas tanto como si estuvieras mirando un cuadro de Van Gogh, o mucho más aún. Ver a la gente y suponer (tratar de entender) que cada uno es un universo particular. Uno sale a la calle, camina y no se detiene a pensar en lo increíble que significa que cada uno es un mundo en sí mismo, y lo sencillo que es poder conectar 2, 3 o más de esos mundos en algún momento.
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Hace poco leí esto, de Hermann Hesse, que me dejó pensando sobre todo esto:
"[...] Cada hombre no es solamente él; también es el punto único y especial, en todo caso importante y curioso, donde, una vez y nunca más, se cruzan los fenómenos del mundo de una manera singular. Por eso la historia de cada hombre, mientras viva y cumpla la voluntad de la naturaleza, es admirable y digna de toda atención."

martes, 8 de abril de 2008

Viaje de Febrero 2008 - Parte I

Hace tiempo que quería hacer varios posts –o por lo menos uno- para hacer una especie de reseña-diario-recordatorio del viaje que hice hace poco a Argentina y Uruguay. También me pregunté, por un par de segundos, que qué le iba a importar a le gente mi viaje. Pero casi instantáneamente yo mismo (cual Humala cuando habla de sí mismo en tercera persona) me respondí: “y que me importa, total es MI blog para MI satisfacción”. Bueno, esa respuesta contuvo varios de los pocos o muchos rezagos de egoísmo natural y absolutamente rico que tengo, y tenemos la mayoría de personas. Y traduciendo esa autorespuesta, lo que creo que pensé es que el fin de mi blog fue soltar la mano, escribir, hacer catarsis, y en este caso, tener algo escrito para releerlo cuando me provocara.
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La cosa es que viaje, hace casi 2 meses, por Argentina y Uruguay. Bueno, por Argentina es mucho decir, porque sólo estuve en Buenos Aires, y a lo mucho llegué hasta el Tigre (una ciudad en la misma provincia de Bs As). Donde si se puede viajar que me las di de viajero fue en Uruguay, porque me fui nada más que con una mochila al hombro desde Colonia (que es la ciudad que está frente a Bs As, cruzando el Río de la Plata) hasta casi la frontera con Brasil. Pero eso ya lo contaré en oootro post.
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Esta idea de viajar solo no nació de la nada, de hecho me provocó poder hacer lo que me viniera realmente en gana. Es decir, poder caminar todo lo que quiera hasta que me cansara, comer cuando tuviera hambre, dormir cuando tuviera sueño, y hacer literalmente lo que me provocara. Y Bs As (o Baires, pero cuando me escucho diciendo Baires me suena a “no soy yo”) es una buena ciudad para eso.
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El año pasado tuve un viaje de chamba al que fui solo, y fue bastante bueno. Un toque aburrido, pero bueno como experiencia. Además, vale decir que afortunadamente no me es incómodo pasar tiempo conmigo mismo. Claro, me encanta hacer cosas con mis amigos/as, pero también me encanta tener tiempo sólo para mí. Y este viaje iba a permitir eso, y también olvidarme de rutinas, reglas, horarios, obligaciones. Eso, aparte de conocer gente y cosas (que a la larga fue mucha gente y muchas cosas).
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Tras una media estafa del taxista –de los cuales ya venía adevertido de Lima- que me llevó de Ezeiza a Palermo, en la madrugada entré al hostel, llené el libro que hay que llenar (je) y vi que… el anterior pasajero antes de mi se habia alojado unos 10 días antes. ¿Qué tiene de malo eso? Que la idea de ir a un hostel era, aparte de ahorrar un poco de plata, conocer gente, otros turistas con los que poder salir por ahí cuando me provocara estar con gente. Y si la última persona había llegado unos 10 días antes, entonces se frustraban un poco mis planes. Así que un poco desanimado (y la verdad también porque me esperaba algo más bonito), me fui a jatear.
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Felizmente, a la mañana siguiente pude ver que había bastante gente más que ese único chileno anotado (parece que tenían varios libros de huéspedes). Pero la gran mayoría eran estudiantes, gente de la misma Argentina o extranjeros que habían ido a estudiar (la mayoría cosas relacionadas al diseño), así que tampoco iba a ser fácil conseguir compañeros para recorrer la ciudad. Casi todos estaban en temas de la universidad, viendo matrículas, buscando departamentos, o revisando currícula. Finalmente, pese a que me hice pata de algunos de ahí, termine saliendo la mayor parte de las veces sólo.
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Vista de la calle Borges, a un par de cuadras de donde vivió Borges de chibolo. El hostel quedaba a una cuadra de ahí.

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Resumiendo un poco, el primer día por la mañana conocí Palermo -Palermo Soho que le dicen-, y me gustó bastante. Me pareció curioso, como me hizo notar uno de los argentinos del hostel con el que salí a recorrer un poco la ciudad, que varias personas, sobre todo mujeres (¿por qué será, no?) relativamente mayores iban a los cafés con mesas en las veredas a tomar sol... Sí, van con más o menos poca ropa, se piden un cafe y se solean allí. Graciosa costumbre.
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Para no aburrirme y aburrirlos con tanto detalle, es genial pensar en como se puede caminar tanto y tanto en una ciudad como Bs As, y siempre encuentras sitios interesantes. Definitivamente, como decía una amiga, es una ciudad que invita a caminar (lo único malo es que en esta época del año caminar también invita al sudor, pero ese es otro cantar). Sales y puedes ver simplemente calles bonitas, bien diseñadas, avenidas anchas, o cruzarte con una librería como El Ateneo, que está en lo que era el antiguo teatro Gran Splendid (es una librería inmensa, hay de todo), o ir a sentarte a un café simplemente y observar a la gente mientras pasa.
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Al día siguiente tenía pensado tomar el buquebús (un ferry) que va a Uruguay. Una amiga que estuvo por allá y Uruguay un buen tiempo, me aconsejó ir en Uruguay, aparte de Montevideo, a Punta del Diablo y a Cabo Polonio. Y Petisita me aconsejó ir a La Paloma. Lo malo es que no recordaba bien a donde tenía que ir primero, o a que ciudad llegaba, o nada. Un ligero despiste.
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El buquebús

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Bueno, me levanté tarde - esa noche hubo una pequeña juerga con la gente del hostel-, hice una mochila con lo necesario para 3 días y salí rumbo a Puerto Madero, donde está el Terminal. Ya había perdido el buquebús de la mañana por levantarme tarde, y ahora perdí el de la tarde (ya estaba lleno), por lo que tuve que hacer tiempo hasta las 7:45pm para abordar, diablos. Aprovechando el tiempo libre, me fui a recorrer Puerto Madero. Puerto Madero es un barrio remodelado (hasta hace relativamente poco era una desgracia, feo, viejo y medio peligrosón), donde funcionaba antiguamente el puerto de Bs As, y que ahora tiene oficinas, tiendas, restaurantes y discotecas de lo más fichos. Aparte de, entre otras cosas, tener un puente de Santiago Calatrava –el arquitecto catalán de los puentes de Barcelona- que de por sí ya es motivo como para recorrer el puerto. Todo muy bonito, aparte de que el clima estuvo genial (como lo estuvo todo el viaje, excepto el último día, en que empezó el diluvio).
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Vista del malecón de Puerto Madero

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El Puente de la Mujer, de Santiago Calatrava

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Antes de tomar el ferry, me fui a un restobar, delante del río, a tomar un par de Quilmes (que maravilla de chela, cae bien en absolutamente cualquier momento) para saciar algo de la sed acumulada durante la tarde. Un sitio bastante bonito, la verdad, como para ir ahí recurrentemente a conversar, leer, estudiar, mirar, o lo que se quiera hacer.
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Ese creo que es el restobar del que hablaba
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Ya se me acalambró un poco la mano, así que lo que pasó en el accidentado recorrido por Uruguay será motivo del próximo post.

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Esta foto me gusta.

miércoles, 2 de abril de 2008

Cuando aprieta el zapato (Cortázar es un genio)

Hace tiempo que quería postear, y supuestamente iba a ser sobre un viaje que hice. Eso será para el próximo post.
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Ahora, después de almorzar, leyendo un libro recomendable para entender a este humilde servidor (léase, Historias de Cronopios y de Famas), reencotré el texto que pongo más abajo. A grandes rasgos, trata sobre la rutina, y entre otras cosas, dice que -que lúcido- estas crisis, cuestionamientos, dudas, que a ratos nos vienen son una buena señal de que estamos vivos.
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Qué tal, López
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Un señor encuentra a un amigo y lo saluda, dándole la mano e inclinando un poco la cabeza.
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Así es como cree que lo saluda, pero el saludo ya está inventado y este buen señor no hace más que calzar en el saludo.
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Llueve. Un señor se refugia bajo una arcada. Casi nunca estos señores saben que acaban de resbalar por un tobogán prefabricado desde la primera lluvia y la primera arcada. Un húmedo tobogán de hojas marchitas.
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Y los gestos del amor, ese dulce museo, esa galería de figuras de humo. Consuélese tu vanidad: la mano de Antonio buscó lo que busca tu mano, y ni aquélla ni la tuya buscaban nada que ya no hubiera sido encontrado desde la eternidad. Pero las cosas invisibles necesitan encarnarse, las ideas caen a la tierra como palomas muertas.
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Lo verdaderamente nuevo da miedo o maravilla. Estas dos sensaciones igualmente cerca del estómago acompañan siempre la presencia de Prometeo; el resto es la comodidad, lo que siempre sale más o menos bien; los verbos activos contienen el repertorio completo.
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Hamlet no duda: busca la solución auténtica y no las puertas de la casa o los caminos ya hechos -por más atajos y encrucijadas que propongan. Quiere la tangente que triza el misterio, la quinta hoja del trébol. Entre sí y no, qué infinita rosa de los vientos. Los príncipes de Dinamarca, esos halcones que eligen morirse de hambre antes de comer carne muerta.
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Cuando los zapatos aprietan, buena señal. Algo cambia ahí, algo que nos muestra, que sordamente nos pone, nos plantea. Por eso los monstruos son tan populares y los diarios se extasían con los terneros bicéfalos. ¡Qué oportunidades, qué esbozo de un gran salto hacia lo otro!
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Ahí viene López.
-¿Qué tal, López?
-¿Qué tal, che?
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Y así es como creen que se saludan.